Foto Ciudad Oriental.
Por Bienvenido Scharboy
Mi regalo en el Día Nacional del Periodista
blanco/SANTO DOMINGO. En las últimas semanas en el país se han incrementado los linchamientos de supuestos o reales delincuentes, cuyas ejecuciones son justificadas bajo el argumento de que la justicia es inoperante y que no condena a quienes delinquen o cometen crímenes, lo que del todo no es real, pues, nunca se ha profundizado en los verdaderos responsables de que liberten malhechores, incluso condenados hasta a 20 años de prisión.
Sin embargo, este último señalamiento no es el tema central de este articulo, sino los condenables linchamientos, que nos retrotraen a la época de la barbarie y de la “Ley del Talión”, que suponíamos etapas superadas.
En ese sentido, quiero aprovechar para tomar de ejemplo y aclarar mi posición con relación al caso del médico y supuesto pastor Julio Gómez, que como en este acontecimiento, y en otros parecidos, lo que siempre he condenado son los linchamientos, que, repito, según sus protagonistas, son motivados por la inoperancia de la justicia dominicana y las instituciones encargadas de perseguir el delito.
En la tragedia que nos ocupa del joven conocido como “Lagrimita”, éste pudo haber sido el delincuente más grande; pero cuando recibió los golpes que le provocaron la muerte, incluido el mortal al atravesarle una varilla por un pulmón, mientras el “filántropo y evangélico lo sujetaba”, él ya estaba sometido a la obediencia, y no dentro de la casa, donde supuestamente atracó.
No hay ley que autorice o permita a una multitud o a una persona hacer justicia por sus propias manos. El que mata, o quienes matan a un delincuente bajo la forma del linchamiento, cuando ya lo tiene neutralizado y no en defensa propia, se convierte o se convierten en criminal o criminales, por lo tanto, también son infractores de la ley.
Además, en el caso del supuesto pastor todavía hay cosas que no están muy claras, por lo que los familiares del doctor deberían responder algunas interrogantes. La primera, si es cierto como dicen los abogados de la víctima, que el sobrino del doctor, también acusado por el linchamiento, conocía al tal “Lagrimita” y que eran amigos.
La segunda, que si es verdad que la herida de bala que el sobrino del doctor tiene en una pierna no se la produjo el hoy occiso el día del supuesto atraco, sino en un pleito que escenificaron anteriormente. En fin, aclarar qué tipo de relación tenían los dos jóvenes, el supuesto delincuente y el sobrino del médico. Porque el muerto no habla.
Coherente con mis ideas
Cuando planteo mis posiciones nunca le he temido al chantaje y a las falsas acusaciones; lo que siempre he sido es coherente con mis ideas, aunque navegue contra la corriente.
A mi casa entró un ladrón, hace casi dos años y con una pistola amenazó a un integrante de mi familia, y a las autoridades no le ha dado la gana de apresarlo. Este delincuente fue identificado y vive cerca de mi residencia y a mí nunca me ha pasado por la mente hacer justicia por mis propias manos.
Sigo presionando para que lo apresen y lo sometan a la justicia, sin resultados positivos. No obstante, nunca haré justicia por mis propias manos, aunque vivamos cerca. Espero que algún día la Justicia y la Policía de Santo Domingo Este apresen a este bandolero.
Ahora es muy fácil escribir por las redes contra la delincuencia; y sentirse con moral para cuestionar a otras personas, e insultarlas, por diferir con este método de hacer “justicia”, y que como en mi caso, en muchas ocasiones en trabajos comunitarios tuvimos que enfrentar la delincuencia de abajo y la de arriba y en innúmeras ocasiones hemos puesto “en juego el pellejo”.
Ahora es muy fácil escribir por las redes contra la delincuencia; y sentirse con moral para cuestionar a otras personas, e insultarlas, por diferir con este método de hacer “justicia”, y que como en mi caso, en muchas ocasiones en trabajos comunitarios tuvimos que enfrentar la delincuencia de abajo y la de arriba y en innúmeras ocasiones hemos puesto “en juego el pellejo”.
Últimos eslabones de una cadena de corrupción
Lagrimita y otros delincuentes juveniles son los últimos eslabones de un sistema corrompido, corruptor y criminal; pero solamente la ira y la indignación son dirigidas contra ellos, a quienes se les aplica el paredón.
Es lamentable ver a colegas defender al supuesto pastor Gómez con el argumento de que es inocente, y que actuó en defensa propia, cuando en el video se observa que el médico es de los que golpea a Lagrimita, cuando ya estaba sometido a la obediencia, y que no se le quitó de encima hasta que expiró como consecuencia de las torturas.
También, a la posición de supuesta “defensa propia” del alegado religioso se ha sumado una institución como la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus), lo que la descalifica como entidad que debe demandar la aplicación de las leyes.
“No he visto caso en el que personas que hayan participado en un linchamiento lo hayan sometido. Conocemos el caso del doctor Gómez, que habiendo actuado en legítima defensa y fue quien terminó siendo sometido, pero gente que ha actuado a la luz del día y que han sido grabadas por cámaras de seguridad, el Estado no ha ejercido su autoridad”, dijo Servio Tulio Castaños, presidente ejecutivo de la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus).
El representante de la Finjus, en entrevista para Diario Libre, dijo que el doctor Gómez actuó en “legítima defensa”, al parecer no vio el video; pero tampoco pide sanción a los responsables del linchamiento de Lagrimita, aunque condena esta forma de hacer justicia por sus propias manos, algo parecido a una doble moral.
A pocos días de variarle la medida de coerción al doctor Gómez y a su sobrino, de prisión a presentación periódica, y ser recibido por un grupito como héroes, en una comunidad de La Vega lincharon y quemaron los cuerpos de dos supuestos delincuentes que alegadamente habían matado a un dueño de una banca de apuestas, para robarle. Estas escenas fueron presenciadas por menores de edad y de manera ingenua y fría uno de los participantes declaraba a la prensa como ejecutaron a los hoy occisos, ignorando que se estaba incriminando, por dos crímenes.
Desde el 2011 hasta el 15 de octubre de 2017, se cometieron en el país 136 homicidios por linchamiento, según un informe ofrecido a Diario Libre por el Observatorio de Seguridad Ciudadana (OSC) del Ministerio de Interior y Policía que compila cifras reportadas por la Policía Nacional. Solamente en el 2016, 14 personas fueron linchadas.
Indiferencia con delincuentes de cuello blanco
Los adalides de la justicia nunca han exigido el linchamiento de algunos jueces, y fiscales que venden impunidad a delincuentes de cuello blanco a cambio de dinero, y viven postrado al servicio del narcotráfico y sectores poderosos económicamente.
Tampoco han demandado el linchamiento de los fiscales que liberan en los barrios a reconocidos delincuentes, y que reciben sobornos para dejarlos libres, pese a tener un rosario de querellas y hechos punibles.
Además, no han exigido el linchamiento de políticos delincuentes que han desfilado por todos los gobiernos y han amasado fortunas con el erario y el robo de los recursos destinados a mejorar los servicios públicos, en perjuicio de la ciudadanía. Y mucho menos manifiestan su ira contra los policías que actúan en contubernio con los delincuentes y otros agentes que se han involucrado en acciones delictivas.
En ese paquete, como dice el sociólogo y profesor de la UASD, Hugo Cedeño se “debe incluir a aquellos que forman parte del aparato judicial como los fiscales que cuando se trata de corruptos y criminales de cuello blanco o dirigentes políticos, religiosos, choferiles, y demás vagabundos, presentan “pruebas” débiles y escasamente fundamentadas para que los Jueces justifiquen su libertad; pero si de los pobres se trata, profundizan la investigación para presentar expedientes convincentes y evacuar condenas muchas veces abusivas.
Considera y estamos de acuerdo, que la criminalidad tienes sus raíces en el incremento de la pobreza y la red de corrupción generalizada e impulsada desde las instancias de poder.
“Estos señores usan a los jóvenes de los barrios y clase media empobrecida para ejecutar robos y asesinatos para luego ejecutarlos o incentivar la ideología del linchamiento amparada en la impunidad. Los aparatos de seguridad saben bien quienes son los delincuentes en cada sector y se hacen los “sordos, mudos y ciegos””.
Comenzar con los y las de arriba
Si lo que se quiere es aplicar la justicia popular, que no lo es, los partidarios de los linchamientos deben comenzar con los eslabones más altos de la cadena de corrupción y crímenes que afecta a nuestra sociedad. Si comienzan por arriba, cuando lleguen abajo no habrá o existirían muy pocos delincuentes juveniles o barriales, porque quienes los empujan a delinquir por falta de oportunidades o para beneficios personales no estarán sobre la faz de nuestra querida tierra.
No podemos ser drásticos, radicales y justicieros con los delincuentes de abajo y tratar con manos de seda a los mafiosos, criminales y corruptos de saco y corbata o como dice el pueblo a los “delincuentes de cuello blanco”.
Reitero, he sido, soy y siempre seré opuesto a los linchamientos, entiendo que nadie puede hacer justicia por sus propias manos, porque son actos de barbarie. Esto no indica que no se actúe en defensa propia cuando las circunstancias lo ameriten, ni un apoyo a la delincuencia, sino sujetarnos a las leyes.
Lo que quiero dejar sentado es que con la misma energía que se enfrenta a los ladrones de camisa mangas cortas, también se debe combatir a la delincuencia de saco, corbata y cuello blanco.
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