Tampoco el acuerdo RD-PEKIN es para favorecer a la clase obrera

Por Hugo Cedeño, militante socialista

SANTO DOMINGO, 3 mayo, 2018.- Para entender el alcance del acuerdo entre el gobierno de la República Dominicana y el de la República Popular China, acudí al “Libro Blanco 2016 para América Latina y el Caribe”.

Es saludable ir a las fuentes y leer los detalles para evitar ser confundido. También es importante masticar bien conceptos abstractos como el de nación, pueblo, armonía, paz, seguridad, justicia social y otros, para ir al terreno de la lucha de clase.

O sea, averiguar desde el punto de vista de clase cuáles intereses se mueven y quiénes se benefician, para no caer en la ingenuidad.

Aunque algunos me consideren “rosca izquierda”, “desfasado” u “ortodoxo”, prefiero averiguar si el acuerdo del que tanto se ufana el gobierno de Danilo Medina y su flamante Ministro de Relaciones Exteriores, Miguel Vargas Maldonado, sirve para que los trabajadorestengan buenos salarios, la libertad sindical sea respetada, mejoren sus condiciones de trabajo, si la seguridad social le garantizará salud, medicamentos, jubilaciones y pensiones justas y los patronos nacionales y extranjeros, sin importar la nacionalidad, no van a recibir tantos privilegios fiscales a cambio de que sus inversiones generen empleos precarizados.

También trato de encontrar algunas líneas que comprometan la lucha contra la corrupción ya que el gobierno de China Popular levanta el lema de “cazar tigres y aplastar moscas” para referirse a los funcionarios que roban dinero del erario público y por lo tanto el combate a tan dañina práctica debe ser una prioridad para garantizar sus inversiones en República Dominicana.

Pero de lo leído y escuchado hasta el momento, concluyo en que lo más importante del acuerdo se encuentra en el campo de la economía, o sea, el que tiene que ver con inversiones financieras, intercambios comerciales, préstamos e infraestructuras.

Al igual que los gobiernos del área, Danilo y sus funcionarios están contentos porque China va a invertir en los próximos 10 años más de US$205.000 millones lo que podría ayudar al repunte de la economía latinoamericana y caribeña, después de largos años de estancamiento.

Recordemos que entre el 2005 y 2014, Pekín, otorgó créditos por 119.000 millones de dólares a toda la región y se prevé que irá en aumento. (Revista Economía Internacional N° 248, 2 de mayo del 2018.)
                                                                                                   
Cabe destacar que los préstamos que reciben los gobiernos del continente de parte de su homólogo Chino, son para grandes proyectos hidroeléctricos, construcción de puentes, carreteras, ferrocarriles, Canales interoceánicos e infraestructuras, donde las respectivas burguesías y la burocracia estatal del continente saldrían también favorecidos.

Eso explica la alegría con que el empresariado dominicano recibe la noticia del acuerdo Pekín-RD. El Consejo de Empresas Privadas, la Asociación de Industrias, Asociación Dominicana de Zonas Francas, Hoteles y Turismo, Exportadores e Importadores, Grupo M desde Santiago, manifestaron su apoyo a la iniciativa gubernamental.

Igual que la que exhibe Danilo Medina que aprovecha la situación para anotarse un ¡GOL! Político en el marco de sus ajetreos por quedarse en el poder.

Y de los especialistas en lobby ni hablar. Danilo agradece que sus buenas relaciones con el funcionariado y el gobierno de Pekín para lograr el acuerdo y estamos seguros que serán premiados a su debido tiempo.

Volvemos a lo de la clase trabajadora:

Ni por asomo, la clase obrera del continente y en especial de República Dominicana se beneficiará de los acuerdos a que nos referimos. Como no sucedió con el TLC, ALCA, MERCOSUR, etc., ni mediante las relaciones bilaterales con Taiwán, Europa Occidental y otras naciones del mundo.
De manera que esas direcciones de izquierda y sindicales que dicen alegrarse del acuerdo entre China y gobierno dominicano pierden de vista los intereses de los trabajadores de ambas naciones.
También los de los pueblos del continente porque no hay forma de establecer relaciones comerciales en base a la igualdad y el respeto sin independencia política y soberanía nacionales. Y eso es lo que hace falta.

Un debate necesario

No entraremos en caracterizar el tipo de propiedad que predomina en China Popular, su régimen, forma de gobierno y tipo de estado.

Al respecto simplemente diremos que China Popular, desde el punto de vista político, es independiente con respecto a los países imperialistas y que tal nivel de independencia hay que defenderla contra cualquier nación que intente atacarla.

Pero en relación a las luchas de los trabajadores de China Popular por sus derechos y a la que libran los jóvenes y las mujeres por ampliar las libertades democráticas nos colocamos a favor de los mismo contra la burocracia que gobierna esa poderosa nación.

En este aspecto diferimos de importantes sectores de la llamada izquierda dominicana y continental que se pegan al gobierno de Pekín y a la camarilla que dirigen el Partido Comunista China como hiedra a la pared, bajo el criterio de que China es una nación Socialista u otros sectores que apuestan a lo contrario y ven en las contradicciones entre China popular y otros naciones como enfrentamientos inter imperialistas.

Está pendiente este debate teórico de largo alcance porque dependiendo de las conclusiones a que arribemos se determina la política, la táctica y la estratégica frente al gobierno y el régimen Chino.

Total independencia política:

En lo que el debate se organiza, la clase obrera dominicana está en la obligación de exigir que en el marco de esos acuerdos sus derechos laborales y sindicales sean respetados y no puede hacerlo sola, debe buscar la coordinación con la clase trabajadora de los pueblos del continente y la de China.

Los obreros y obreras de Bolivia, Chile, Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Argentina, Perú, Colombia, siguen padeciendo los males del capitalismo dependiente, a pesar de las inversiones Chinas y los de aquellos países que aun mantienen relaciones con Taiwán, sufren la misma suerte, como los de Belice, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Paraguay, Saint Kitts, Santa Lucía y San Vicente y Las Granadinas y naturalmente la pobreza histórica que padecen debido al saqueo del imperialismo yanqui desde hace tiempo.

No importa sin son inversionistas privados o del estado Chino, de Taiwán, yanquis, de Unión Europea, Rusia, la clase trabajadora debe defenderse unida y organizada contra la voracidad capitalista o de la burocracia parasitaria.

De manera, que más que antes, hay que levantar la consigna de “solo la clase obrera salva a la clase obrera”.

Y como dije en este primero de mayo, “la clase obrera es una sola hay que romper las barreras que nos imponen los capitalistas y los burócratas”.

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